sábado, 24 de octubre de 2015

un Filosofo, un Matemático, un Abogado y un Computista trabajan en un tren...

En la puerta de entrada de un tren hay un letrero que reza: “Prohibido entrar con perros”, al final de la cola para entrar hay una persona caminando con una cadena atada al cuello de un oso y cuando llega su turno para ingresar el encargado lo detiene y le señala el letrero que prohíbe la entrada de perros, el sr del oso no queda satisfecho con la negativa del encargado así que pide hablar con el gerente, el asunto es que existen cuatro gerentes en esa área del tren, uno matemático, uno abogado, uno filósofo y uno programador.
Si llega el gerente matemático, aplicará una lógica exacta matemática y evaluará si existe una igualdad entre el objeto de la prohibición (“perro”) y el objeto de la evaluación (“oso”), llegando a la conclusión de que perro es "diferente de" oso, por lo tanto según la norma y para complacencia del dueño, el oso puede ingresar sin problemas al no estar prohibido el ingreso de “osos”.
Si llega el gerente abogado, se sentará a explicarle al dueño del oso que el espíritu de la norma es prohibir el ingreso de animales que pudiesen causar cualquier incomodidad al resto de los pasajeros y/o representen una amenaza para los mismos, por lo tanto así como se excluyen los perros explícitamente, por interpretación extensiva o más correctamente por analogía, la norma también ha de prohibir el ingreso de osos y de cualquier otro tipo de animal peligroso, e intentará convencer al sr del oso que la norma es objetiva, vigente e imparcial y tiene como objetivo promover la seguridad de todo el colectivo, lo que al final se traduce en su propia seguridad.
Si llega el gerente filósofo, pondrá su mano sobre el hombro del sr del oso y mirándolo a los ojos le preguntará: “¿realmente que es prohibir?” y sin dejarlo responder continuará el mismo señalando las diferencias entre las prohibiciones éticas, religiosas, legales y sociales, comentará sobre la imposibilidad genética del libre albedrío y preguntará (siempre para sí mismo), si el oso alguna vez tuvo la oportunidad de decidir o no ser oso y así pudiese ser todo el problema una consecuencia directa de la falta de criterio del oso al tomar su decisión, llegado este momento, lo más probable es que el señor del oso ya hubiese tomado su animal y hubiese decidido iniciar su marcha a pie alejándose lo más pronto y silenciosamente posible del gerente filósofo.  
Si llega el gerente programador, llamaría a sus superiores para levantar un documento de requerimientos lo más preciso posible para desarrollar un algoritmo que permitiera tomar una decisión que funcionara no solo para osos, sino para todos los casos posibles, levantaría una base de datos relacional con todas las especies animales incluyéndole a cada especie un valor booleano según su peligrosidad (cierto o falso), que determinará la prohibición o no de ingreso para cada animal. Suponiendo que el sr del oso tiene la paciencia necesaria para esperar el levantamiento de requerimientos, el diseño, el desarrollo y las pruebas del algoritmo, el gerente programador le comunicará con un aire muy técnico que su solicitud ha sido rechazada por no reunir los requisitos establecidos en el algoritmo para resultar aprobada, peeeeeero, en el mismo tono serio y formal le dice que si lo desea le de unos minutos y una conexión al wifi y el mismo le desarrollará un tren para osos, más rápido, más robusto y que funciona con Android.

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